Armando fuentes aguirre

El ideal erótico masculino tiene como elemento común el no crear ataduras ni responsabilidades. La mujer que encarna la fantasía erótica masculina no responsabiliza al hombre por su deseo, no solicita compensaciones morales por el placer, es una puta simple a la que se puede dejar sin consecuencias.

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Por eso, la riña y la competitividad se expresan en la mayoría de los actos y hasta en el lenguaje machista, como es el caso de los albures, en los que unos a otros se la mientan, como una forma de confirmar quién es el que gana, quién es el más macho.